miércoles, 28 de noviembre de 2018

EL CAMPO DE LA ÉTICA Y LA MORAL

Conceptos de ética y moral


Etica y Moral son dos términos que comúnmente se tienden a confundir, cuando en realidad se trata de conceptos distintos. Sin embargo, no es casual que en el lenguaje que utilizamos en la vida cotidiana los usemos como sinónimos, lo que está sobradamente justificado, debido a que la etimología de ambos términos es similar. En sus respectivos orígenes griego, ética—ethos (carácter, costumbres) y latino, moral=mtr, (costumbres), ambos significan ciencia del carácter o de las costumbres. No obstante, en el campo de estudio de la ética, entendida como disciplina filosófica (en la que desde ahora nos vamos a introducir), se hace necesario trascender el lenguaje cotidiano cuando nos referimos a dicha distinción. A continuación, revisaremos algunas de las definiciones más importantes que filósofos contemporáneos connotados han abonado a este campo de reflexión. Para Adolfo Sánchez Vázquez: “La ética es la teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad”1 y la Moral es el “Conjunto de normas aceptadas de manera libre y consciente que regulan la conducta individual y social de los hombres.” Según esta diferenciación, la Etica viene siendo la ciencia de la moral y esta última su objeto de estudio. La Etica es, pues, la reflexión teórica y filosófica que llevamos a cabo en torno a las normas y comportamientos morales que como individuos desarrollamos dentro de la sociedad. Se trata, entonces, de la distinción entre una ciencia, un saber y/o una teoría (la ética) y su objeto de estudio (la moral). En esta misma línea de argumentación, la filósofa Graciela Hierro establece una distinción entre estos dos conceptos. Para ella, la ética es el estudio de la moralidad y la moral vienen siendo todas las formas de comportamiento y normas de conducta que son instituidas como legítimas por la sociedad, con el propósito de que sean cumplidas. En este sentido, la ética determina cuáles normas morales son verdaderamente éticas, es decir, válidas racionalmente y que por ello deben cumplirse; mientras que la moral sería propiamente el conjunto efectivo de las reglas y normas que rigen el comportamiento que se considera deseable o preferible de realizar. Uno de los filósofos actuales que coincide con el punto de vista anterior es Fernando Savater, quien sostiene que la “Moral es el conjunto de comportamientos y normas que tú, yo y algunos de quienes nos rodean solemos aceptar como válidos: ética, es la reflexión sobre por qué los consideramos válidos y la comparación con otras morales que tienen personas diferentes.” La ética es pues la reflexión y justificación racional de los actos morales, esto es, la argumentación del por qué los preferimos como válidos, mientras que la moral es el conjunto de normas y comportamientos morales que en un tiempo y en una situación histórica determinados, los seres humanos concebimos como buenos y malos. Del conjunto de definiciones señaladas se puede colegir que, mientras la ética es una parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral, esta última constituye la suma de los comportamientos y normas que los inspiran. En suma: Etica y moral se distinguen simplemente en que, mientras la moral forma parte de la vida cotidiana de las sociedades y de los individuos, y no la han inventado los filósofos, la ética es un saber filosófico; mientras la moral tiene “apellidos” de la vida social, como “moral cristiana”, “moral islámica” o “moral socialista”, la ética los tiene filosóficos, como “aristotélica”, “estoica” o “kantiana”. Por esto último, el filósofo José Luis Aranguren ha reservado para la moral el término “moral vivida” y para la ética, “moral pensada”, en alusión directa a que existen dos dimensiones y/o formas con base en las cuales el hombre conduce su vida: la reflexión que surge de la vida cotidiana y la reflexión estrictamente filosófica. Bajo esta perspectiva, el término moral refiere a la moral en acción, es decir, al obrar moral, pues designa todo ese conjunto de comportamientos morales de una persona o de un grupo, además de las normas morales por las que éstos se rigen, como cuando decimos la moral de los jóvenes, la moral de los adultos, la moral de los políticos, la moral de “fulanito”, o simplemente, mi moral. En contraparte, la palabra ética designa la reflexión filosófica sobre la moral o las morales. Su misión es esclarecer racionalmente lo que es y no es moral, es decir, trata de fundamentar filosóficamente la moral, planteándose las siguientes cuestiones: ¿por qué hay moral?, ¿qué es el bien?, ¿cuál es el sentido de la vida humana?, entre muchas otras. Debido a que en dichas preguntas y respuestas subyace la intención de encontrar una orientación y un sentido a la existencia humana, la ética no puede ser considerada un saber puramente teórico, sino un saber práctico, ya que trata de aplicar a la vida humana lo conseguido con su estudio, confrontando constantemente la reflexión ética con el comportamiento moral realizado a nivel de las personas y los grupos humanos. “La Etica es pues, un tipo de saber práctico que pretende orientar la acción humana en un sentido racional”; se dirige a orientar esa acción para transformar la vida humana, tratando de hacer de la misma una obra bien hecha, que nos permita forjarnos una personalidad moral, y, con ello, llegar a ser humanamente íntegros. Por eso muchos filósofos al escribir sobre ética nos hablan de un saber vivir, es decir, de una obra de arte: el arte de saber vivir. Así como es necesario distinguir entre ética y moral, resulta muy conveniente distinguir el significado de dos términos que aparecen muy cercanos al de moral, como son moralina y moralismo, que seguramente los has escuchado y utilizado. “Moralina” viene de “moral”, término este último al que se le agrega la terminación “ina”, como “anodina”, “nicotina”, “morfina” o “cocaína”, y significa moralidad inoportuna, superficial o falsa. “A la gente le suena en realidad a prédica empalagosa... con la que se pretende perfumar una realidad bastante maloliente por putrefacta, a sermón cursi con el que se maquilla una situación impresentable.”8 Para ilustrar este significado de moralina, podemos citar expresiones principalmente del discurso político, por ejemplo, cuando funcionarios del gobierno en turno, cualquiera que sea su nivel o jerarquía, anuncian lo siguiente: “vamos a actuar por el bien común”, mientras se enriquecen ilícitamente; “vamos a actuar aplicando el peso de la ley, caiga quien caiga”, y por otro lado, solapan a los que transgreden la misma legalidad; “vamos a combatir a ese gran flegelo de la sociedad que es el narcotráfico”, mientras que los que se dedican a estas actividades ilícitas, son precisamente los que financian buena parte de sus campañas políticas. Estos ejemplos de moralina, en realidad refieren a experiencias de una moralidad encubierta, mistificada y falseada. Así, cuando hablamos de moralina, nos estamos refiriendo, en el caso citado, a la moral reinante en una sociedad y época determinadas, donde la misma ha sido instrumentalizada por aquellos que detentan un determinado poder, en este caso, el poder político. Por todo ello, es verdad que la moral se puede instrumentalizar, es decir, utilizar con fines perversos, convirtiéndose de esta forma en moralina. Otro término cuyo significado aparece muy cercano a los de moral y moralina, es el de moralismo, mismo que: ...consiste en decirles a las personas lo que deben hacer y lo que deben pensar acerca de lo bueno, lo justo o lo deseable, sin dar razones para ello. El moralismo utiliza argumentos persuasivos como la propaganda y la publicidad; intenta convencer a las personas desde el punto emotivo o psicológico, y no racional o científicamente. Los sermones morales son un claro ejemplo de moralismo. En ellos se expresa que debemos ayudar a los demás, cumplir nuestros deberes tal como lo marca la sociedad en que vivimos, evitar la corrupción y otras conductas indeseables, sin dar razones que lo justifiquen.

De acuerdo con esto último, tanto la moralina como el moralismo son dos tipos de acciones humanas contrarias al cultivo de la reflexión ética, mediante la cual se busca justificar racionalmente los cursos de acción orientados a hacer posible la anhelada perfección humana. Al instrumentalizar, mistificar y falsear a la propia moralidad, la moralina busca siempre hacer pasar acciones propiamente inmorales como si fueran morales, de ahí su carácter y efecto mistificador que produce sobre la realidad moral. Por su parte, el moralismo deviene en una suerte de ética degenerada, que hace de la moral un conjunto de normas y reglas de comportamiento que se deben acatar, pero atendiendo más al principio de autoridad que al de la reflexión ética. Esta última pretende dar razones que justifiquen las conductas consideradas racionalmente como deseables. Los argumentos utilizados por quienes practican el moralismo no son, por consiguiente, de tipo racional, sino de carácter emotivo y persuasivo; como ejemplo de ello tenemos que el moralista sentencia: “lo debes hacer porque todos lo hacen”; “porque yo, que soy la autoridad lo ordeno”; “debes respetar a los mayores porque son mayores”, entre otras argumentaciones persuasivas, cuya característica distintiva es que no ofrecen un fundamento racional que justifique el porqué debe cumplirse tal conducta. La ética, por el contrario, fundamenta la racionalidad de seguir tal o cual conducta, y para ello ofrece argumentos consistentes y suficientes acerca de lo recto, lo justo, lo obligatorio, lo bueno y deseable, basada en el conocimiento y en los intereses humanos que son universalizables,10 es decir, que apuntan al perfeccionamiento moral del hombre, como individuo y ser social que es. Para finalizar el ejercicio de conceptualización realizado hasta ahora, resulta conveniente no confundir los términos moraly ética, con moralidad y eticidad. Estos últimos no deben entenderse como si fueran sólo una extensión gramatical de los primeros (moral-moralidad, ética-eticidad), sino que adquieren un significado ético-filosófico distinto. Moralidad no se refiere al conjunto de morales históricas particulares ni eticidad a una disciplina filosófica denominada Etica. Moralidad y eticidad tienen que ver fundamentalmente con una manera de concebir a la condición ética del ser humano, entendido este último como sujeto moral que no puede ser de otra manera, dada su necesidad histórica inmanente de distinguir, valorar y optar éticamente entre el bien y el mal, la justicia y la injusticia, la tolerancia y la intolerancia, la concordia y la discordia, etc.; en pocas palabras, nos referimos a esta facultad y/o sensibilidad del ser humano para vivir en la no-indiferencia ante el mundo del valor. La filósofa mexicana Juliana González, es quien mejor ha expresado esta concepción de la moralidad y la eticidad, entendiendo a ésta como un elemento ontológico que expresa la condición ética del hombre. Al respecto señala: ... simultáneamente a la diversidad y al devenir interminable de las morales, hay algo radical y universal que se produce como una “constante” en todas las “variables”: ésta sería precisamente la moralidad esencial o eticidad, nota común y permanente en todas las morales concretas y particulares, que remite en última instancia, a la dialéctica misma de la libertad y a la constitución ontológica del hombre... Las morales pueden cambiar y el hombre puede dar contenidos distintos a lo que considera “bueno” o “malo”, “mejor” o “peor”, “valioso” o “no valioso”. Lo que no varía y es una nota permanente en la naturaleza humana es su necesidad de distinguir y valorar éticamente..., la no-indiferenáa misma, la no-amoralidad, como característica distintiva del hombre y como motor efectivo de la creación de las morales... La no indiferencia es la esencia de la eücidad.

La eticidad es pues, la expresión fundamental de la naturaleza humana que consiste en tener que decidir, esto es, la facultad de preferir entre el conjunto de cursos de acción que se nos presentan a lo largo de nuestra existencia humana. Esta característica esencial del ser humano que no ha podido variar en la historia misma de la humanidad es lo que se conoce como eücidad.


Historia de ética

Antecedentes

A lo largo de la historia de la humanidad han existido una pluralidad de concepciones éticas y prácticas morales distintas, debido a que la percepción individual y grupal de lo que debe ser la vida buena varía de una persona y de una sociedad a otra, ya no se diga en el caso de las formas como han sido asumidas las morales concretas en las distintas épocas y sociedades. A continuación presentamos un esbozo de las principales concepciones éticas que han predominado a lo largo del tiempo, en el entendido de que, en cada una de ellas, subyace una concepción ética del ser humano, es decir, una visión particular de cómo se ha venido concibiendo la vida buena y/o plenitud humana. Esta variedad de teorías éticas12 nos permite explicar que uno de los rasgos distintivos de la ética es su carácter histórico, ya que ésta nos invita a reflexionar sobre las diversas posturas que los filósofos han adoptado frente al tema de la moral, realidad ésta que se expresa en los principios, valores, normas, códigos y comportamientos que predominan en cada una de las sociedades. En este sentido:
El carácter histórico de la ética nos permite percatamos de su carácter concreto y eminentemente humano, lo cual significa que la ética no carece de lugar o de espacio, que no está fuera de un horizonte temporal y que mantiene una relación indisoluble con su situación histórica manteniendo raíces con las sociedades humanas y, en fin, con la realidad concreta del ser humano, su creador. Así concebida, la historia de la ética no se reduce a lo que los filósofos opinan en los libros o tratados, sino que forma parte de la vida misma. Los filósofos, lo que hacen es sintetizar y perfeccionar las ideas predominantes de la época en que les ha tocado vivir, externando cómo perciben las realidades morales así como las formas existenciales en que ellos mismos las han asumido en sus propias vidas. Se trata de presentar no sólo lo que los filósofos de cada época dijeron con respecto al tema de la moral, sino de reflexionar sobre el mensaje que nos dejan sus elucubraciones para una mejor comprensión de nuestro momento histórico actual. Se trata, pues, de que las teorías éticas y los conceptos ético-filosóficos los estudies en función de los problemas éticos y morales actuales a los que te enfrentas como individuo, como miembro de un grupo social y como ciudadano. Por lo regular, los libros de texto de Ética solamente se han ocupado de la historia de la ética de tipo occidental, dando por supuesta la no existencia de concepciones éticas en otras civilizaciones, como la oriental, como si la preocupación ética sobre lo que entraña una vida buena fuera algo exclusivo de los pensadores y cultura occidentales, aunque habrá que reconocer que lo que hoy conocemos como Ética sigue siendo un legado predominantemente occidental. En lo que sigue vamos a dividir dicha historia en dos secciones:
 a) La teoría ética en los pueblos antiguos de Oriente; y
 b) Las teorías éticas en los filósofos occidentales. 

a) L a teoría ética en los pueblos antiguos de Oriente
 En los pueblos antiguos de Oriente no podemos hablar de la existencia, en sentido estricto, de teorías éticas del tipo occidental, al estilo y profundidad de un Platón, Aristóteles o de un Kant. Sin embargo, los pueblos antiguos del Próximo Oriente (Asiria, Egipto, Israel y Persia) mantuvieron una concepción ética de la vida buena, expresada en los códigos morales tradicionales en los que basaban sus comportamientos. En estos pueblos no existió una teoría ética, toda vez que el pensamiento filosófico-racional no se encontraba aún desarrollado, pues toda ley y toda norma emanaban del rey o de la tradición y se imponían autoritariamente. Entre los factores principales que impidieron la constitución de una teoría ética en este período, destacan los siguientes:

 “El predominio, casi absoluto, de la mentalidad mítica-irracional. Estos pueblos tendieron a exaltar la dimensión trascendente de las normas. 
  1. Según sus creencias, tanto los acontecimientos cotidianos como las leyes naturales y las normas morales provenían del más allá y dependían de la voluntad y del capricho del dios o de los dioses. De esta manera, la Moral, el Derecho y las costumbres estaban incluidas en los preceptos religiosos. 
  2.  La concepción patrimonial del poder y de la autoridad. En estas civilizaciones, el poder y la autoridad se consideraban propiedad natural o patrimonio de determinadas personas (reyes, nobles, casta sacerdotal, etc.) y el resto de los seres humanos eran considerados como súbditos o, lo que es lo mismo, como sometidos a las órdenes y deseos de los dirigentes.
  3.  El carácter estatal, propio y privado de su religión y de su moral. Cada pueblo solía venir identificado por su dios o por sus dioses y por las normas que éstos o aquél dictaban.
  4.  La importancia concedida a la tradición. Consistía en la transmisión oral, de padres e hijos, de las grandezas pasadas, de los mitos y de los ritos, de las conductas convenientes y las prohibidas, etcétera. 

Las teorías éticas en los filósofos occidentales

La antigua Grecia, de manera análoga a los pueblos del Próximo Oriente, poseyó una cultura mítica, noble y guerrera. Con los misterios órficos (ritos en los que se veneraba a Orfeo, se simbolizaba la idea de las muertes sucesivas y la resurrección); los mitos de Hesíodo, y los héroes de Homero, junto con las virtudes de la nobleza, constituyeron la base de la educación moral del pueblo griego. Pero no fue sino hasta el siglo VI a.C., cuando estas manifestaciones comenzaron a perder vigencia y, al mismo tiempo, empezaron a surgir la actividad racional y el pensamiento crítico. A estas transformaciones es a lo que los historiadores de la filosofía han denominado el paso del mito al logos (razón), es decir, “... se abandonaron las creencias y los relatos míticos y comenzó el esfuerzo racional para intentar comprender las cosas y averiguar cómo debe ser el comportamiento humano”.1"’ Quizás una de las creencias más difundidas con respecto al origen del pensamiento filosófico occidental, es precisamente aquella que hace descansar el nacimiento de la filosofía (entiéndase en este contexto como la “razón”) en lo que tradicionalmente se ha venido concibiendo como la transformación del pensamiento mítico al pensamiento racional. Bajo este horizonte explicativo, la filosofía, y con ello, el pensamiento racional, en oposición al pensamiento mítico, nace por un desplazamiento progresivo de las formas de expresión y cognición religiosas, producto del proceso de secularización al que se vio sometido el pensamiento mítico (Homero y Hesíodo, principalmente), con la irrupción de lo que desde esta perspectiva se calificó como “el descubrimiento de la razón” o también “milagro griego”. Pero dichas transformaciones no sólo ocurrieron en el plano de la cognición, éstas atravesaron también otras formas de vida culturales del pueblo griego, entre ellas, y de manera muy importante, las nuevas formas de organización político-social del estado griego. Por lo que, el paso del mito al logos guarda una profunda relación con una serie de cambios sociales, políticos y religiosos de la época, en donde los valores tradicionales perdieron en parte su vigencia y fueron gradualmente sustituidos por nuevas formas, costumbres e instituciones. En el plano político, moral y jurídico: ... el poder absoluto y carismático de los reyes comenzó a ser sustituido por la autoridad legal de los nuevos gobernantes, y los antiguos súbditos se convirtieron en ciudadanos. Así, al mismo tiempo que se originó una nueva manera de explicar la Naturaleza y los fenómenos naturales, se inició, también, una nueva forma de intentar justificar las normas morales. Lo primero hizo posible la aparición de las Ciencias físicas, lo segundo hizo surgir la Ciencia ética.16 Para autores como J. P. Vernant (1992) y K. Popper (1996), no sólo la ética, sino el surgimiento de la filosofía en general fue producto de una “mutación cultural”, asociada a las formas de organización social y políticas de la época, en donde el logos (razón) y la política, aparecen fuertemente interconectados. Surge así el primer intento por organizar, con base en principios racionales, tanto la vida social como espiritual, lo que desde el punto de vista cultural generó las condiciones necesarias para el surgimiento de la reflexión filosófica en general, y la reflexión ética en particular. Con la irrupción de los filósofos presocráticos, llamados así por vivir antes de Sócrates en el siglo VI a.C., la filosofía se fue liberando gradualmente de los mitos, y con ello los primeros filósofos intentaron explicar el mundo acudiendo a la razón y a la observación, preguntándose cuál es el origen del universo. Se puede decir que, debido a que el núcleo de sus preocupaciones filosóficas se centró en determinar el origen de todas las cosas, el tema de la ética estuvo prácticamente ausente en este periodo. No será sino con la aparición de los Sofistas y Sócrates, en la segunda mitad del siglo V a.C., cuando se abandonan, aunque no del todo, las cuestiones cosmológicas, para orientar la filosofía hacia los problemas humanos, principalmente, los problemas éticos y morales, dando así lugar a la reflexión propiamente ética. A continuación exponemos una síntesis de las principales teorías éticas de los filósofos occidentales, siguiendo en esto el hilo de la exposición que al respecto nos presenta Juan José Abad Pascual


6 comentarios:

  1. sinceramente no me gusto este bloc ya que contiene bastante información y es muy tedioso leerla y te aburre

    ResponderEliminar
  2. Lo siento, recortare parte del blog, para que quede mucho mejor.

    ResponderEliminar
  3. Buen trabajo, falta justificar textos, agregar enlaces a sitios web que fortalezcan los contenidos y vídeos, saludos!

    ResponderEliminar
  4. ¡Saludos! Gracias por la ayuda y ¡Claro! Tomare tu ayuda, ahora mismo empiezo a cambiarlo, Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  5. explicas bastante bien el tema, mi única observación es que te extendiste mucho en el texto.

    ResponderEliminar