IMPORTANCIA DE LA INTERSUBJETIVIDAD EN LA CONSTITUCIÓN DEL SUJETO ÉTICO
Pero no es el yo individual el único horizonte
de la eticidad humana, pues el fundamento
y posibilidad de la libertad creadora de las
acciones propiamente éticas, entendida la
acción humana como principio y como voluntad,
no se dan en el vacío. El yo no puede
llegar a ser plenamente unj o ético, es decir, un
ser que pueda alcanzar su autotrascendencia,
si es concebido al margen de la comunidad
d ejo es con los que convive cotidianamente,
y constituyen por ello mismo, la condición
de posibilidad de su confirmación y reconocimiento
como tal yo.
En esta perspectiva, Savater concibe al
yo ético a partir de los principios que para
él constituyen los puntos de partida de la
reflexión ética, como son: la acción, la existencia
dinámica, la posibilidad y la libertad.
Sin embargo, un nuevo principio que agrega
a los anteriormente citados es la intersubjetividad.96
Bajo esta conceptuaüzación, el
sujeto ético para ser un verdadero yo, requiere
de otros yoes, necesita ser confirmado y
reconocido por una comunidad que lo trascienda,
y que al mismo tiempo, le permita
desarrollar su propio querer como proceso
de autoapropiación personal. Al respecto, el
autor se interroga:
¿Qué es lo que quiero? Llegar a ser plenamente yo, es decir, ser
no-cosa, mantenerme en una totalidad abierta en la que pueda confirmarme como autodeterminación, o sea, como creación y
libertad. ¿Qué debo hacer para conseguirlo? Ser reconocido —identificado—
por otro objeto infinito —por otro sujeto— al que a mi vez
haya reconocido como tal. ¿Cómo puedo lograrlo? Instituyendo
una comunidad de sujetos de la que ningún objeto infinito quede
por principio excluido, en la que se pacten relaciones de auténtica y
explícita reciprocidad y donde a nadie le sea menoscabada ni vedada
la realidad de lo posible.
Según esto último, el proceso de constitución del sujeto ético visto
por Savater, pasa necesariamente por tres momentos interconstitu-.yentes
que son complementarios. Primero, el proceso consiste en asumirse
como un sujeto capaz de ser libre y, por ello, no cosificable; en segundo
lugar, se hace necesario entrar en el juego del Ínter-reconocimiento establecido
entre el propio yo y los otros yoes como sujetos de libertad,
y tercero, para lograr todo ello, se requiere instituir una comunidad
de sujetos donde todos sean vistos como fines en sí mismos, y como
entes capaces de desarrollar sus propias potencialidades (realidad de
lo posible).
En este proceso de constitución intersubjetiva del yo ético, se requiere
instaurar una comunidad social en la que las voluntades mutuas
de reconocimiento y de interdependencia humanas hayan encontrado
su adecuada institucionalización, y donde la condición ética atribuible a
todo ser humano, no le sea vedada a nadie.
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