miércoles, 28 de noviembre de 2018

NECESIDAD DE LA ÉTICA

NECESIDAD DE LA ÉTICA

Ética para el siglo XXI


Ante la crisis profunda que manifiestan las sociedades actuales, tanto a nivel global como cotidiano, y como consecuencia de la crisis misma de los valores de la modernidad, y más concretamente, de la cultura occidental, se requiere de un cambio profundo como respuesta a este estado de descomposición social y moral. En este sentido, la ética se convierte en un saber y en una reflexión imprescindible como condición de supervivencia de la humanidad sobre la tierra. Hoy más que nunca se hace necesario un talante ético sobre el comportamiento moral del hombre, es decir, una reflexión acerca de las normas y valores que han de guiar nuestras acciones en el presente y futuro inmediato. Necesitamos de la reflexión ética, porque requerimos recuperar el sentido ético de la existencia humana. Para que ello sea posible nos urge la creación de una “ética planetaria”, “macroética” y/o “ética inteligente”, capaz de establecer para toda la humanidad y para la sociedad e individuos en particular, los siguientes mínimos: 

Un mínimo de valores, normas y actitudes comunes.
  •  Se hace necesario un consenso mínimo sobre determinados valores, normas y actitudes, que haga posible una convivencia humana digna.
  •  Vínculos libres. Tanto en el ámbito individual como social, en la vida humana se hacen hoy más que nunca decisivos vínculos libremente elegidos con respecto a orientaciones, valores, normas y actitudes vitales entre los hombres y mujeres de todo el mundo.
  •  Una ética de la responsabilidad. Requerimos para sobrevivir como especie humana, una ética de la responsabilidad individual y social. Responsabilidad de la comunidad mundial con respecto a su propio futuro. Responsabilidad para el ámbito común y el medio ambiente, pero también con el mundo futuro. Finalmente: 
  • La institucionalizan de la ética dentro de la sociedad (comisiones de ética, cátedras de ética, códigos de ética, talante ético mundial).

¿ Porqué y para qué de la ética? 


Recapitulando, conviene precisar el por qué de la necesidad de la ética y el para qué de su utilidad, en las circunstancias actuales. ¿Es importante la ética? ¿Por qué?

  •  “Porque somos seres racionales: no nos gobierna el instinto ni la pura sensibilidad. 
  •  Porque somos libres y queremos escoger el bien.
  •   Porque el hombre hace honor a su condición de sujeto sujetando sus actos, llevando las riendas de su conducta, conduciéndose.
  •   Porque somos responsables de nuestros propios actos y decisiones.
  •   Porque estamos compuestos de inteligencia y libertad.
  •   Porque necesitamos vivir en sociedad. 
  •  Porque queremos alcanzar el fin, la perfección de nuestra propia naturaleza.
  •   Porque somos seres humanos.
  •   Porque somos personas.
  •   Porque queremos ser felices y el mal nos deshumaniza.
¿Para qué es importante la ética?

  • Para vivir como lo que somos: personas.
  •  Para hacer un mundo justo y habitable.
  •  Para procurar el bien común.
  •  Para vivir en sociedad y en paz.
  •  Para respetar a los demás y ser respetados.
  •  Para ser felices .

La ética del género humano como del futuro


Hemos dicho a lo largo de esta unidad que el centro de la ética es el hombre mismo, más concretamente, el individuo. Pero éste no es un ser abstracto; como tal individuo cobra sentido dentro de una sociedad, una especie y, lo más importante (lo que genera la interconexión entre estos elementos vitales), en la humanidad entera. Por consiguiente, el sujeto ético-moral tiene su propio ser genérico, como sujeto individual, histórico, perteneciente a una especie y al género humano. En tanto individuo contribuye a la construcción de la sociedad, pero al mismo tiempo, es constituido por ella. Lo mismo cabe decir para la especie y humanidad a la que éste pertenece. La ética individual, o antropoética, como le llama Edgar Morin, tiene que ser una ética del género humano, debido a que en el proceso de construcción de su propio destino, el individuo construye su propio humanidad, y a su vez, es constituido por ella. Este “universalismo concreto”, como le llama este autor a la relación (individuo-humanidad), “no opone lo diverso a lo uno, lo singular a lo general. Se funda en el reconocimiento de la unidad de las diversidades humanas. De las diversidades de la unidad humana”.71 Al hablar pues, de una ética del género humano, no nos referimos a una ética abstracta-academicista, que sólo reflexiona sobre el destino humano visto desde la ética, sino que hacemos referencia a un planteamiento antropo-ético-político comprometido con el equilibrio y desarrollo moral del género humano, esto es, con el perfeccionamiento moral de ser humano en el horizonte mismo de la humanidad, y sus vínculos con la naturaleza, la sociedad, la especie a la que éste pertenece y el planeta tierra en el que habita. En este sentido, la ética del género humano resulta ser compatible con los ideales de una ética planetaria o macroética que necesitamos para el siglo XXI, recordando en esto, la advertencia posmoderna de Lipovetsky: “el siglo XXI será ético o no será”.72 Para Edgar Morin, cumplir en sentido estricto con los desafíos morales que plantea una ética planetaria para el siglo XXI, implica que la “ciudadanía terrestre” de cada una de las naciones del orbe, se comprometa y atienda en el mundo de la vida y no en el mero discurso, lo que denomina los nueve mandamientos a seguir desde una ética planetaria:

  1.  La toma de conciencia de la identidad humana común a través de las diversidades de individualidad, de cultura, de lengua.
  2.  La toma de conciencia de la comunidad de destino que en adelante une cada destino humano al del planeta, incluida la vida cotidiana.
  3.  La toma de conciencia de que las relaciones entre humanos están desvastadas por la incomprensión, y que debemos educarnos en la comprensión no sólo hacia los allegados, sino también hacia los extranjeros y lejanos en nuestro planeta.
  4.  La toma de conciencia de la finitud humana en el cosmos, que nos conduce a concebir que, por primera vez en su historia, la humanidad debe definir los límites de su expansión material y correlativamente emprender su desarrollo psíquico, moral, mental.
  5.  La toma de conciencia ecológica de nuestra condición terrena, que comprende nuestra relación vital con la biosfera... La tierra es una totalidad compleja física-biológica-antropológica, en la que la Vida es una emergencia de la historia de la Tierra y el hombre una emergencia de la historia de la vida... La humanidad es una entidad planetaria y biosférica...
  6.  La toma de conciencia de la necesidad vital del doble pilotaje del planeta: la combinación del pilotaje consciente y reflexivo de la humanidad con el pilotaje ecoorganizador inconsciente de la naturaleza.
  7.  La toma de conciencia cívica planetaria, es decir de la responsabilidad y la solidaridad hacia los hijos de la Tierra. 
  8. La prolongación en el futuro de la ética de la responsabilidad y la solidaridad con nuestros descendientes..., de ahí la necesidad de una consciencia con un teleobjetivo dirigido alto y lejos en el espacio y el tiempo.
  9.  La toma de conciencia de la Tierra-Patria como comunidad de destino/ origen/perdición. La idea de Tierra-Patria no niega las solidaridades nacionales o étnicas, y de ningún modo tiende a desenraizar a cada cual de su cultura... La idea de Tierra-Patria sustituye al cosmopolitismo abstracto que ignoraba las singularidades particulares y al internacionalismo miope que ignoraba la realidad de las patrias. A ello, añade una comunidad de perdición, puesto que sabemos que estamos perdidos en el gigantesco universo, y que estamos condenados todos al sufrimiento y la muerte... La misión antropo-ético-política del milenio es realizar una unidad planetaria en la diversidad. Es superar la impotencia de la humanidad para constituirse como humanidad, de ahí la necesidad de una política de la humanidad.



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