Autodeterminado , determinismo e indeterminismo : concepciones sobre la libertad
Se dice que el hombre a lo largo de la historia ha luchado denodada mente
por su libertad. Pero, ¿qué significa ser libre? Para comenzar con esta
reflexión, podemos decir que la libertad se ha venido
entendiendo en dos sentidos:
1) como libertad cotidiana.
2) como revocación de toda forma de dominación.
La libertad, concebida en el primer sentido está
fundada en la experiencia cotidiana de poder decidir
entre hacer algo o dejar de hacerlo; por ejemplo, cuando
digo “yo hago lo que quiero”, “yo quiero hacer tal
cosa”, “yo puedo seguir leyendo o dormir”, “yo puedo
levantar los brazos o tenerlos cruzados”, etc. Se trata de
una libertad entendida como: “el ser humano es libre
de hacer lo que le plazca”
En el segundo sentido, la libertad concebida como
revocación de toda forma de dominación, significa que
se es libre cuando no se tiene encima de sí alguien que le
oprima, le explote, le domine de alguna manera. Como
ejemplo de este tipo de libertad tenemos las siguientes
expresiones: “Soy libre para tomar mis propias decisiones
con un sentido de responsabilidad”, “soy libre
para determinar mi propio proyecto de vida”, “soy,
finalmente yo mismo, la fuente de mis propias decisiones”, etcétera.
Estamos hablando de dos sentidos generales que toma el concepto
de libertad: libertad en sentido positivo; libertad de hacer lo que se quiere,
lo que se desea, aquello de lo que se tiene voluntad, o hacer también lo
necesario para revocar cualquier forma de dominación que nos impida
actuar libremente.
¿Esto último significa que se puede ser libre de forma absoluta? O
bien, ¿el hombre sólo puede ser libre dentro de ciertas circunstancias y
situaciones? ¿Existe la libertad en sí? O, ¿sólo existe una libertad parcial,
situacional, contextuada?
Para responder a cada una de estas interrogantes, vayamos por
partes. En primer lugar, la libertad entendida como libertad cotidiana, sustentada en la frase “el ser humano es libre de hacer lo que le plazca”
ofrece algunas dificultades. En realidad, la experiencia nos dice que en
muchas ocasiones no podemos ser libres de hacer lo que nosotros queramos,
por ejemplo, volar como la hace un avión, correr a la velocidad
que lo hace un jet, ocupar dos espacios distintos simultáneamente, etc.
Digamos que, humanamente, estamos imposibilitados para ser libres en
este sentido. ¿Esto significa que la libertad, en sentido estricto, absoluto,
es algo imposible? ¿La libertad es relativa? ¿Cuándo estamos en condiciones
de afirmar que somos efectivamente libremente?
La filosofía, en tanto disciplina humanística ha tratado de dar
respuesta a éstas y otras interrogantes que nos remiten directamente al
problema de la condición humana llamada libertad. A lo largo del tiempo
han surgido tres posiciones filosóficas que tratan de dar respuesta
al problema de la libertad: autodeterminismo, deterninismo e indeterminismo.
De acuerdo con Laura Pérez Vázquez,103 cuando se afirma que el
hombre, y nadie más que él, constituye la fuente única de sus propias
decisiones, estamos hablando de la postura filosófica llamada autodeterminismo;
por su parte, cuando consideramos que siempre hay algo detrás
de nuestras decisiones, ello tiene que ver con la postura determinista, y,
finalmente, cuando suponemos que todas las cosas suceden por azar,
incluyendo por supuesto, a nuestras acciones, estamos hablando de la
postura indeterminista.
La filosofía, en tanto disciplina humanística ha tratado de dar
respuesta a éstas y otras interrogantes que nos remiten directamente al
problema de la condición humana llamada libertad. A lo largo del tiempo
han surgido tres posiciones filosóficas que tratan de dar respuesta
al problema de la libertad: autodeterminismo, deterninismo e indeterminismo.
De acuerdo con Laura Pérez Vázquez,103 cuando se afirma que el
hombre, y nadie más que él, constituye la fuente única de sus propias
decisiones, estamos hablando de la postura filosófica llamada autodeterminismo;
por su parte, cuando consideramos que siempre hay algo detrás
de nuestras decisiones, ello tiene que ver con la postura determinista, y,
finalmente, cuando suponemos que todas las cosas suceden por azar,
incluyendo por supuesto, a nuestras acciones, estamos hablando de la
postura indeterminista.
Finalmente, el autodeterminismo se presenta como una de las posturas
más sugerentes y consistentes en torno al problema de la libertad.
Desde esta perspectiva no se niega ni el determinismo ni el indeterminismo.
La acción del hombre se encuentra de alguna forma determinada
por causas externas a la voluntad humana; se reconoce la presencia del
azar formando parte de las acciones humanas, sin embargo, el autodeterminismo
considera que, a pesar de ello, en el hombre siempre hay
un margen para la decisión, en una palabra, que podemos ser libres en
situaciones específicas. Bajo esta concepción ética, “el hombre es origen
de sus decisiones”.
No cuando cree decidir aparentemente, y realmente no decide, sino
cuando realmente decide por sí mismo y se convierte en el referente
único de sus propias decisiones.
La libertad consiste, entonces, en este proceso de autodeterminación,
en donde el hombre no decide de forma aparente, sino de manera
real. Creer decidir aparentemente significa, por un lado, creer que uno
decide por uno mismo, cuando en realidad no es así. Por ejemplo, cuando
a un niño se le pide elegir entre tomar un refresco o agua natural, después
de haberlo convencido su padre de las ventajas que tiene tomar agua
natural y no refresco. El niño parece decidir entre una cosa y la otra,
pero en realidad es el padre el que ha decidido por él.
Ser libre, en sentido estricto, significa decidir realmente por uno
mismo. Pero, ¿qué nos garantiza el tener una verdadera decisión? ¿Cómo
podemos saber que nuestras decisiones son reales y no aparentes? En
primer término, debemos tener conciencia de que somos nosotros mismos
y no otros los que están decidiendo; en segundo término, hacernos
responsables de las consecuencias de nuestras decisiones, y en tercer
lugar, nuestras decisiones deben conducirnos a ser más humanos y a
reconocer en los otros sujetos libres. De esta manera es posible la libertad.
Conceptos y realidades relacionados con el ejercicio de la libertad
Los determinismos biológicos y culturales
Se puede decir que, a pesar de los determinismos biológicos (crecimiento
biológico) y culturales (educación, lenguaje, cultura, etc.) que influyen
sobre nuestras vidas, “estamos condenados a ser libres”. Siempre existirá
un margen de actuación para la voluntad de la acción. En este sentido,
la libertad se convierte en el concepto central de la ética, pues gracias a
que somos libres y, por tanto, a que tenemos capacidad de autodeterminación,
nos vamos constituyendo en sujetos cada vez más autónomos y
racionales, en una palabra, más humanos. La ética misma consiste, pues,
en este proceso de subjetivación y de autoapropiación de nuestras propio
y personal proyecto de vida.
La libertad como ejercicio de elección
A diferencia de otros seres vivos o inanimados, los hombres podemos
inventar y elegir en parte nuestra forma de vida, cosa que no sucede
con los animales. Sin embargo, así como somos capaces de inventar y
elegir, podemos también equivocarnos. Para no equivocarnos debemos
procurar un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir,
o arte de vivir, es a lo que llamamos ética. No obstante, lo que vaya a ser
nuestra vida, dependerá en gran parte de nuestra libertad, es decir, de
nuestra capacidad para inventar, elegir y discutir por nosotros mismos
nuestro propio proyecto de vida. Vista así, la libertad, es poder decir “sí”
o “no”, lo más opuesto a dejarse llevar, por ejemplo, por la costumbre,
los hábitos y los caprichos, libertad es poder decidir racional y responsablemente
nuestros propios cursos de acción, haciéndonos cargo de
las consecuencias de nuestras acciones.
a) Elegir entre lo posible
No obstante que hemos reconocido la posibilidad humana que es la
libertad, siempre elegimos dentro de lo posible, toda vez que la elección, cualquiera que ésta sea, es una “elección en situación”.
Como señala Fernando Savater, por ejemplo, no somos
libres de elegir lo que nos pasa (fecha de nacimiento, tener
tales o cuales padres, tener dos o más ojos, etc.), pero sí
libres de responder a lo que nos pasa de tal o cual modo
(obedecer o revelarnos, ser prudentes o temerarios, etc.).
Siempre elegimos entre lo que es posible para nosotros.
Por ejemplo, soy libre de querer estudiar filosofía,
pero dada mi incapacidad para dar lugar al pensamiento
abstracto y crítico y mi nula preparación en las ciencias del
pensamiento, me resulta casi imposible conseguir dicho
objetivo. En cambio, puedo elegir una carrera para la cual
si cuento con las aptitudes y el tipo de personalidad que
dichos estudios requieren. Esto dos ejemplos, dan cuenta,
pues, de que somos libres, pero siempre elegimos entre
lo posible, de acuerdo con nuestras propias posibilidades.
b) Elegir en la omnipotenda
Elegir en la omnipotencia, significa nada menos que lo contrario de elegir
entre lo posible; significa conseguir siempre lo que uno quiere y como
uno lo quiere, aunque parezca imposible.
Esta idea de superlibertad, resulta prácticamente imposible; humanamente
resulta imposible conseguir lo que uno quiere, más bien, como
hemos apuntado, se consigue lo que uno puede. Ejemplo: puedo querer
y desear volar a la misma velocidad que un jet de los más sofisticados,
pero humanamente estoy imposibilitado. Poder elegir en la omnipotencia,
si ello pudiese ser de algún modo posible, sería una capacidad atribuible
sólo a Dios, pero el hombre no es Dios. Incluso, los hombres mismos
que, gracias a su poder, su dinero, su fama, etc., se dicen a sí mismos
y a los demás conseguir “lo que ellos quieren”, se encuentran también
imposibilitados de elegir en la omnipotencia, pues el dinero, la fama, el
poder, etc., constituyen medios también humanamente limitados. Por
más poder que se tenga, jamás el hombre podrá estar en dos espacios
simultáneamente, echarse un día por la ventana de su casa y empezar a
volar, entre otras limitaciones, “demasiado humanas”.
Libertad y Voluntad
a) Cosas que dependen y no dependen de mi voluntad
Según lo anterior, en el proceso de constitución de nuestra libertad,
hay cosas que dependen de nuestra voluntad y otras no. Solamente en
el primero caso se puede decir que somos libres. Somos libres cuando
nuestras decisiones están sustentadas en las cosas que dependen de
nuestra voluntad y no la de otros. En el mundo, no todo depende de mi
voluntad porque hay otras voluntades y otras muchas necesidades que
no podemos controlar a nuestro placer.
En el mundo hay muchas fuerzas que limitan nuestra libertad, desde
terremotos, enfermedades, tiranos, nuestra familia, etc. Pero también
nuestra libertad es una fuerza en el mundo, es nuestra fuerza; a través de
ella nos vamos constituyendo en lo que anhelamos ser: más libres, más
autónomos, más racionales, en una palabra: más humanos.
Libertad, destino y destinación
La libertad, como hemos venido señalando, es la posibilidad y al mismo
tiempo la capacidad que tenemos los humanos de inventar, decidir y
elegir entre lo posible por nosotros mismos. Se trata de una
elección no aparente sino real, en donde de manera racional
y crítica nos hacemos responsables de nuestros propios actos.
El hombre, cuanto más libre, se constituye en un sujeto
más moral. Pues éste, no es nunca algo acabado, sino un proyecto
de ser. A través de la libertad, se acendra y se amplifica
en su ser; se proyecta como ser autoconsciente, se apropia y
diseña no su propio destino, sino su propia destinación,m esto
es, lo que el hombre mismo es y puede llegar a ser conforme
a lo que tiene de específicamente humano, y no en función
de un destino concebido como fatalidad que le es impuesto
de forma inexorable.
Dado que el hombre, no está de una vez y para siempre
determinado en su totalidad, puesto que existe siempre un
momento de decisión, es preciso que sepa a “que atenerse”, y,
como quiera que no existe un modelo único a adoptar, y que la
vida puede vivirse de múltiples formas, le va mucho al hombre
en ese acto decisorio o de “compromiso” por el cual opta.
Siendo el hombre, en este sentido, el único animal capaz de adoptar
pautas de conducta que han de ser aprehendidas, asumidas o rechazadas,
puede decirse que la libertad es aquello que nos convierte en seres
diferenciadles. Los animales, en la medida en que no pueden menos que
comportarse de una u otra manera, no pueden participar del ámbito de
la libertad y de la responsabilidad. En cambio el hombre es constitutivamente
moral por cuanto tiene que conducir por sí mismo su vida, es
decir, con libertad y responsabilidad, esto es, tomar decisiones reales y
asumir las consecuencias de las mismas.
Libertad, costumbres, hábitos y caprichos
La libertad no es algo que pueda ser asociado con las costumbres, los
hábitos y los caprichos. Libertad consiste en querer ser uno mismo; es
aquello que depende de nosotros mismos, no de lo que depende de las
costumbres adoptadas en la época en la que nos toca vivir, ni en los
hábitos y los caprichos propios o de los demás.
“Dos más dos son cuatro”, tal expresión no depende de nosotros,
pero sí podemos elegir entre situaciones de nuestra vida que no están
predeterminadas y que caen dentro del campo de aquello que sí depende
de nosotros. El hombre, antes que nada, es un ser que elige, un ser que
se arriesga y un ser que se construye a sí mismo y a su propio ser.
Libertad, desde este horizonte explicativo, es poder decir “sí” o
“no”; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis jefes o los demás;
esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene, y por tanto no
lo quiero. Libertad es decidir, pero también, no olvidarnos de que realmente
estamos decidiendo. Libertad es lo más opuesto a dejarse llevar
por los usos y costumbres, los hábitos y los caprichos, cualesquiera que
éstos sean y de quien sean. Decidir realmente es pensar por lo menos
dos veces lo que vamos a hacer. ¿Lo hago por que me lo demandan o
porque realmente lo quiero y lo deseo? ¿Obedezco porque quien da
las órdenes sabe más que yo? ¿Por qué tengo que hacer siempre lo
que suele hacerse? Si vivo rodeado de gente que tiene por costumbre
efectuar un voto no razonado y fuertemente inducido, ¿por qué tengo
que imitarlos?
Ahora bien, no se quiere decir con ello que todas las costumbres,
hábitos y caprichos sean motivos inadecuados para actuar; sería poco
apropiado querer llevar sistemáticamente la contraria a todas las órdenes,
a todos los caprichos y a todos los hábitos que socialmente pasan como
fundamentales; no, a veces éstos resultan agradables y convenientes. Pero
cabe aclarar que, nunca una acción es buena sólo por ser una orden, una
costumbre o un capricho. Para saber si algo resulta más conveniente
para mí tendré que reflexionar a fondo el curso que habrán de tomar mis propias acciones, si es posible, reflexionando hasta más de dos veces
mis propias elecciones.
Significados actuales de la responsabilidad
Finalmente, la libertad es algo que dependerá en todo momento de que
cada cual “haga lo que quiera”, de ahí la sentencia ética de Savater: ¡haga lo que quieras!, sí, haz lo que quieras, pero siendo consciente de que estás
decidiendo y que tendrás que responsabilizarte de las consecuencias de
tus acciones. En ello consiste el carácter autodeterminante de la libertad,
es decir, ser conscientes de que estamos decidiendo no de forma
aparente, sino real y responsablemente.
Es en este sentido que decimos que los actos humanos son imputables,
es decir, que se puede señalar al autor responsable de los mismos.
Precisamente, esta característica de los actos humanos que nos prepara
para entender la estructura moral del hombre, es que éstos se realizan
con responsabilidad, entendida ésta como la capacidad del agente de la
acción moral de responder por sus actos.
En la actualidad ha surgido un nuevo concepto o una nueva forma
de concebir a la responsabilidad con un sentido más social que individual,
incluyendo en éste la globalidad de la vida humana. Es el filósofo Hans
Joñas, en su libro Elprincipio de responsabilidad quien plantea esta nueva
concepción. Sobre todo cuando nos dice:
El antiguo concepto de responsabilidad era la obligación
que me concierne de responder de mis actos
y de sus consecuencias una vez que los he cometido:
una responsabilidad personal y sobre hechos
realizados. El nuevo concepto de responsabilidad
concierne a lo que está por hacer, la posibilidad de
una perpetuación indefinida de la humanidad en el
futuro. Desde que el hombre tiene el poder material
de destruir la humanidad o las condiciones de vida de
una humanidad futura tiene al mismo tiempo nuevas
obligaciones... Somos responsables del mundo que
dejaremos tras nosotros. La responsabilidad recae
sobre el futuro. Lo que aún no existe, el porvenir,
genera sobre nosotros una obligación indefinida e
imperiosa. Ninguna ética anterior había tomado en
consideración la vida humana en su globalidad; pero es la vida global
la que se halla amenazada por nuestra acción y la que es entregada
a nuestra responsabilidad.
La nueva visión de la responsabilidad da cuenta de nuestras obligaciones
no sólo con las acciones realizadas en el pasado y en el “aquí” y en
el “ahora”, sino también toma en cuenta las consecuencias de las mismas
para el futuro. De esta forma se amplía el margen de imputación de las
acciones en toda temporalidad y en todos los ámbitos de la vida humana.
Se trata de un tipo de responsabilidad no sólo personal sino social,
comprometida con el futuro de la humanidad. Esta nueva concepción
resulta ser muy congruente con una ética del género humano como ética
a adoptar para el futuro, misma que está comprometida con el bienestar
de las nuevas generaciones y con la globalidad de la vida humana.
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